Mientras los chinos van a toda máquina, y los europeos luchan por no quedarse demasiado atrás, los japoneses parecen ir en una dirección totalmente diferente en cuanto a su apuesta por la transformación del automóvil hacia la electricidad. Una de las razones es la posición de hierro del gigante Toyota. Una política muy conservadora que un documento interno ha revelado las razones para adoptar un punto de vista diferente.
Este documento ha sido enviado internamente dentro de la red de Concesionarios Toyota en Estados Unidos. De los tres grandes mercados, Europa, China y Estados Unidos, los más débiles en cuanto a implantación del coche eléctrico a pesar del fuerte crecimiento de los últimos tres años.
Presuntamente esta carta ha sido enviada a la red nacional debido a a las numerosas consultas que el fabricante estaba recibiendo de sus concesionarios debido a la débil apuesta de Toyota por los coches eléctricosy en él podemos leer las tres razones por las que Toyota no está apostando como sí lo están haciendo otros grandes grupos.
El primero es el preocupación por los componentes que darán forma a las baterías. Según el texto, de aquí a 2035 será necesario abrir más de 300 nuevas minas para obtener los materiales necesarios como el níquel, el cobalto o el grafito, que no podrán satisfacer la demanda de la industria del automóvil.
En este aspecto, resulta cuanto menos curioso que Toyota no apueste por una tecnología donde la demanda superará la capacidad de producción. Algo que sobre el papel no es un problema para las marcas más previsoras que verán como toda su producción se coloca fácilmente en el mercado.
La segunda barrera para Toyota es la red pública de carga. Y es que Estados Unidos es un mercado donde la red ha tenido una expansión bastante lenta, y donde solo el 12% de los puntos públicos son estaciones rápidas, y donde la red más extensa es la de Tesla, que recién empieza a abrirse a otras marcas en ese mercado.
Pero recientemente la administración Biden ha aprobado un paquete de medidas dentro del gigantesco programa de la Ley de Reducción de la Inflación, que busca ampliar drásticamente la red con 500.000 nuevas estaciones rápidas y públicas en los próximos seis años. Algo que nos dice que el posible déficit de estaciones tiene fecha de caducidad.
La tercera parte del documento. se refiere a los costos de los vehículos. Según Toyota, El coste medio de comprar un coche en el mercado norteamericano en 2022 ha sido de 48.000 dólaresmientras que el precio medio de un coche eléctrico ha sido $58,000. Precio al que los usuarios de este último deberán sumar la compra e instalación del punto de recarga, que Toyota presupuesta en otros 1.200 dólares.
Pero la realidad es que los precios de los coches eléctricos no paran de caer a pesar del pico vivido el año pasado por factores como el aumento de los costes energéticos, la crisis de los microprocesadores y los latigazos de la pandemia golpeando las cadenas logísticas.
Una situación que está dando un giro este año donde estamos viendo como las carreras alcistas de 2022 se están convirtiendo en una guerra de precios impulsada por marcas como Tesla o BYD.
Algo que hace que los clientes de Estados Unidos tengan a su alcance propuestas como la Tesla Model Y con un precio de $ 47,490 para la versión estándar, y $50,490 por el motor dual de largo alcance. Precios dentro o incluso por debajo de los costos de compra promedio mencionados por Toyota, y que antes de $7,500 en ayuda del gobiernoque dejan el Model Y con un precio final a partir de $39,990.
Número que podemos comprar con el $32,350 que arranca el Toyota Prius enchufableo el $ 40,300 Toyota Rav4 enchufable.
Para el fabricante japonés, la posición más razonable es una oferta variada donde tanto los híbridos, los híbridos enchufables como los eléctricos puros tienen cabida. Un punto de vista pragmático que indica que con las tierras raras que se utilizan para hacer un coche eléctrico medio se podrían hacer baterías para seis híbridos enchufables, o 90 híbridos convencionales.
¿Toyota tiene razón? Bueno, desde un punto de vista pragmático, quizás ya que dividiendo la batería en decenas de pequeños paquetes se puede electrificar y reducir el consumo de gasolina de muchos coches. Pero al mismo tiempo la transición a un sistema que tarde o temprano será 100% eléctrico se ralentizaría.
Además, los componentes necesarios para dar forma a baterías y motores están evolucionando hacia formas en las que las tierras raras o materiales caros desde el punto de vista económico, pero también medioambiental y humanitario, como el cobalto, están perdiendo peso en la producción dejando espacio para elementos más abundantes que sean fáciles de procesar y reciclar.
La cuestión es ver hasta dónde aguantará el mercado en su actual formato de convivencia de tecnologías, y sobre todo, habrá que ver en qué posicionamiento tendrán las marcas que han preferido esperar a que se resuelvan los retos a los que se enfrenta el coche eléctrico antes de apostar por él.